Article ID Journal Published Year Pages File Type
2695081 Journal of Optometry 2016 9 Pages PDF
Abstract

Intraocular pressure may become elevated with muscle exertion, changes in body position and increased respiratory volumes, especially when Valsalva manoeuver mechanisms are involved. All of these factors may be present during physical exercise, especially if hydration levels are increased. This review examines the evidence for intraocular pressure changes during and after physical exercise. Intraocular pressure elevation may result in a reduction in ocular perfusion pressure with the associated possibility of mechanical and/or ischaemic damage to the optic nerve head. A key consideration is the possibility that, rather than being beneficial for patients who are susceptible to glaucomatous pathology, any intraocular pressure elevation could be detrimental. Lower intraocular pressure after exercise may result from its elevation causing accelerated aqueous outflow during exercise. Also examined is the possibility that people who have lower frailty are more likely to exercise as well as less likely to have or develop glaucoma. Consequently, lower prevalence of glaucoma would be expected among people who exercise. The evidence base for this topic is deficient and would be greatly improved by the availability of tonometry assessment during dynamic exercise, more studies which control for hydration levels, and methods for assessing the potential general health benefits of exercise against any possibility of exacerbated glaucomatous pathology for individual patients who are susceptible to such changes.

ResumenLa presión intraocular puede elevarse con el exceso de trabajo muscular, los cambios de la posición del cuerpo y el incremento de los volúmenes respiratorios, especialmente cuando los mecanismos de la maniobra de Valsalva se ven implicados. Todos estos factores pueden presentarse durante el ejercicio físico, especialmente cuando se incrementan los niveles de hidratación. Esta revisión examina la evidencia de los cambios en la presión intraocular con anterioridad y posterioridad al ejercicio físico. El incremento de la presión intraocular puede derivar en una reducción de la perfusión ocular, con la posibilidad asociada de daño mecánico y/o isquémico de la cabeza del nervio óptico. Una consideración clave es la posibilidad de que, en lugar de ser beneficioso para los pacientes susceptibles de patología glaucomatosa, cualquier incremento de la presión intraocular podría resultar perjudicial. La disminución de la presión intraocular tras el ejercicio puede ser resultado de su elevación, originando la aceleración de una descarga del acuoso durante el ejercicio. También se ha estudiado la posibilidad de que las personas con menor debilidad sean propensas a realizar ejercicio, y tengan menor probabilidad de padecer o desarrollar glaucoma. Por tanto, cabría esperar una menor prevalencia del glaucoma en aquellas personas que realizan ejercicio. La base de la evidencia para esta cuestión es deficiente, y mejoraría si se dispusiera de pruebas de tonometría realizadas durante el ejercicio dinámico, un mayor número de estudios que controlen los niveles de hidratación, y métodos de evaluación de los beneficios potenciales y generales para la salud al realizar ejercicio, en contraposición a cualquier posibilidad de empeoramiento de la patología glaucomatosa en las personas susceptibles de dichos cambios.

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