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2695235 Journal of Optometry 2009 9 Pages PDF
Abstract

Dementia, including Alzheimer's disease (AD), is a major disorder causing visual problems in the elderly population. The pathology of AD includes the deposition in the brain of abnormal aggregates of β-amyloid (Aβ) in the form of senile plaques (SP) and abnormally phosphorylated tau in the form of neurofibrillary tangles (NFT). A variety of visual problems have been reported in patients with AD including loss of visual acuity (VA), colour vision and visual fields; changes in pupillary response to mydriatics, defects in fixation and in smooth and saccadic eye movements; changes in contrast sensitivity and in visual evoked potentials (VEP); and disturbances of complex visual functions such as reading, visuospatial function, and in the naming and identification of objects. Many of these changes are controversial with conflicting data in the literature and no ocular or visual feature can be regarded as particularly diagnostic of AD. In addition, some pathological changes have been observed to affect the eye, visual pathway, and visual cortex in AD. The optometrist has a role in helping a patient with AD, if it is believed that signs and symptoms of the disease are present, so as to optimize visual function and improve the quality of life.

ResumenLas distintas formas de demencia, entre las que se incluye la enfermedad de Alzheimer (EA), son graves trastornos que causan problemas visuales en las personas de edad avanzada. La patología de la EA incluye la acumulación en el cerebro del péptido β-amiloide (Aβ en forma de placas seniles (PS) y de proteína tau anormalmente fosforilada en forma de ovillos neurofibrilares (ONF). Se ha documentado un amplio espectro de problemas visuales en pacientes con EA, entre los que se incluye la pérdida de agudeza visual (AV), problemas relacionados con la visión de color y el campo visual, cambios en la respuesta pupilar ante midriáticos, problemas de fijación así como movimientos oculares sacádicos y de seguimiento anormales; cambios en la sensibilidad al contraste y en los potenciales evocados visuales (PEV); y alteraciones de algunas funciones visuales complejas, tales como la lectura, la función visuoespacial, y a la hora de nombrar y de identificar objetos. Muchos de estos cambios no están exentos de cierta controversia, puesto que en la literatura aparecen datos contradictorios al respecto y, además, no hay ninguna característica visual u ocular en la que se pueda basar el diagnóstico de la EA. Además, se ha observado que algunos de los cambios patológicos que aparecen en la EA afectan al ojo, a la vía óptica y al córtex visual. El optometrista juega un papel destacado a la hora de ayudar a los pacientes que padecen EA. Si se sospecha que existen signos y síntomas de la enfermedad, la ayuda en la optimización de la función visual contribuirá para mejorar su calidad de vida.

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