Article ID | Journal | Published Year | Pages | File Type |
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4088028 | Revista de Ortopedia y Traumatología | 2007 | 6 Pages |
IntroducciónLas fracturas del cuello del astrágalo son infrecuentes, aunque son graves lesiones con importantes consecuencias funcionales debido a su posición articular y al hecho de verse afectada frecuentemente la irrigación al cuerpo del hueso. Su gravedad depende en gran parte del grado de desplazamiento, siendo pronóstica la clasificación de Hawkins; pequeños desplazamientos pueden pasar desapercibidos (2 mm pueden tener consecuencias desastrosas para la mecánica articular).TratamientoEl objetivo del tratamiento debe ser la reducción anatómica, restaurando el cuello a su posición normal, y evitando su acortamiento o desviaciones en varo. Si en las fracturas verdaderamente no desplazadas el tratamiento puede ser conservador, en las desplazadas debe ser quirúrgico y lo más precoz posible para evitar agravar las lesiones vasculares o de partes blandas, aunque no hay evidencia de que cierta demora influya en la aparición de necrosis isquémica del cuerpo. El abordaje anteromedial, con o sin osteotomía del maléolo, es el más utilizado por ser suficiente en la mayoría de las fracturas del cuello, aunque puede ser necesario asociar un abordaje lateral en las fracturas conminutas del cuello para identificar acortamientos o desviaciones rotacionales.ConclusiónConstituyen una urgencia las fracturas abiertas y las asociadas a luxaciones, por los compromisos cutáneo o neurovascular que pueden conducir a necrosis cutánea o a un síndrome compartimental. Las secuelas más importantes son la necrosis isquémica del cuerpo, que dependerá de la gravedad de la lesión inicial, y la artrosis postraumática, que dependerá de la excelencia o no de la reducción y fijación interna estable.
IntroductionAlthough infrequent, talar neck fractures constitute a severe lesion with ominous functional consequences because of the site at which the joint is affected and the disruption they cause in the bone's blood supply. Their severity is largely dependent on their degree of displacement. Hawkins’ classification is often used for prognosis. It should be noted that even Hawkins type I fractures, which involve small displacements that could go unnoticed, can pose a serious challenge since displacements of just 2 mm could lead to disastrous consequences for the joint's mechanics.TreatmentThe goal of treatment should be anatomical reduction, restoring the neck to its normal position and avoiding any degree of shortening or varus deviation. In genuinely non-displaced fractures treatment may be conservative, but displaced fractures must be approached surgically and as early as possible to avoid aggravating vascular or soft tissue lesions, even if there is no evidence that a slight delay might trigger the occurrence of ischemic necrosis. The most usual approach for most talar neck fractures is anteromedial, with or without a malleolar osteotomy, because it is the less traumatic one although, if the fracture is comminuted, the addition of a lateral approach may be necessary to identify any shortenings or rotational deviations.ConclusionOpen fractures and fractures associated o dislocations must be treated as an emergency given the skin and neurovascular trauma associated to them, which could lead to skin necrosis or a compartmental syndrome. The most significant sequelae are ischemic necrosis of the talar body, which depends on the severity of the initial injury, and posttraumatic arthritis, which depends on achieving a good reduction and a stable internal fixation.