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8757883 EMC - Tratado de Medicina 2017 9 Pages PDF
Abstract
Los trastornos miccionales constituyen el síntoma urinario más frecuente en el niño y deberían detectarse de manera sistemática en la consulta pediátrica. En la práctica diaria, es muy frecuente que aparezca una infección urinaria en un contexto de trastornos miccionales, por lo que éstos deben buscarse siempre en un niño que presente una cistitis o una pielonefritis, a fortiori cuando son infecciones de repetición. Casi siempre, con una anamnesis minuciosa y una exploración física dirigida (palpación abdominal, exploración neurológica y ortopédica de los miembros inferiores y de la columna vertebral), el médico de atención primaria suele poder establecer el diagnóstico y resolver un 75% de los casos de trastornos miccionales. También suelen resultar útiles las tiras reactivas de orina y la ecografía renal y de vías urinarias (vejiga llena, búsqueda de un residuo posmiccional), pero las otras pruebas complementarias se deben discutir caso por caso. Las consecuencias de los trastornos miccionales pueden ser múltiples (infección de orina, reflujo vesicoureteral, aumento de las presiones vesicales, uropatías secundarias, dificultades en el aprendizaje del control de la micción así como repercusión psicológica y en la calidad de vida), por lo que deben detectarse y, en su caso, tratarse, porque además conllevan una situación de riesgo renal (en particular de vejiga hiperactiva con resistencias elevadas). Para tratar los trastornos miccionales de la infancia, se aplican de entrada una serie de normas «simples» acompañadas de un tratamiento de la retención fecal que a menudo está asociada. Cuando estas medidas fracasan, se pueden proponer tratamientos farmacológicos asociados a una rehabilitación vesicoesfinteriana.
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